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Catálogo de obras y autores del Archivo Musical de la Recoleta Dominica

Solapas secundarias

Repertorios y espacios musicales en la Recoleta Dominica


No existe certeza sobre cómo se constituyó el universo de materiales papeles, manuscritos, libros y partituras relacionados con la música, músicos e instrumentos que existieron en el siglo XIX en la Recoleta Dominica.

Sólo es posible aseverar que en él están en juego prácticas, intereses y sensibilidades tanto institucionales como individuales que transcurren entre 1750-1950, con especial énfasis en el XIX.

Dentro de la Recoleta Dominica, se han distinguido tres espacios que constituyen pequeños microcosmos musicales con sus respectivos repertorios, objetos y sujetos: el coro, la capilla musical y la biblioteca.

Para la institucionalidad católica del siglo XIX, un asunto a resolver en materia musical era enfrentar a la cada vez más masificada música laica. Cada orden respondió de manera diferente a esta encrucijada.

Si en la catedral se optó por el reemplazo de la orquesta por un gran órgano, en la Recoleta Dominica se intentó servir la música con religiosos de la propia casa que eran formados para tal labor.

Aunque los documentos de la época nunca hablan de la capilla musical, si no de la orquesta, encontramos que los repertorios de ésta son los más numerosos, tanto de creación local como traídos desde Europa. Este variado muestrario de autores constituyó un conjunto separado de documentos del Archivo.

El coro fue otra área donde la comunidad dominica cantaba los oficios propios de su orden en canto llano o gregoriano, definido como música vocal tradicional de las liturgias cristianas. Para su práctica y enseñanza, se utilizaron los libros de coro y manuales de música vocal tradicional de las liturgias cristianas.

La Biblioteca Dominica albergaba tratados y textos de interés general, quizás encargados y adquiridos por los superiores a sus agentes y procuradores en Europa, principalmente en Italia y Roma, los que denotan un mejor estado de conservación y mucho menos uso.

En el repertorio profano, especialmente para piano, están las mayores dudas.

¿Cuándo y quiénes interpretaban estos repertorios y dónde? ¿Tiene relación con aquellos pianos que los superiores dominicos proveían para uso de los suyos y "las señoras mujeres" que asistían allí para prepararse en las artes musicales?

¿Por qué la presencia de repertorio femenino en su práctica y creación? ¿Acaso estos materiales dan cuenta de gustos y prácticas individuales? ¿O nunca se practicaron en la Recoleta y provienen de otros lugares como la iglesia de la hacienda de Peldehue, la chacra de Apoquindo, hoy Los Dominicos, el Convento de Santo Domingo o una iglesia dominica de provincia? ¿O eran empleados por los maestros de música para la enseñanza? ¿O llegaron a la Recoleta por azar en fechas recientes?

El repertorio existente en la Recoleta Dominica permite profundizar en el conocimiento de la música de salón y el gusto musical de la burguesía chilena de fines del siglo XIX hasta comienzos del XX, aunque más de alguno de ellos remite inequívocamente a una práctica musical conventual que evidencia una permeabilidad estética que ya vislumbran actuales estudios sobre la época.

Uno de estos álbumes, por ejemplo, pareciera relacionarse con la ciudad de Curicó en la década de 1880, espacio tradicional de producción agrícola de Chile Central. Otros volúmenes que permiten ver un consumo importante de música alemana e inglesa en la Recoleta.

Es particularmente relevante un manuscrito del piano en la ópera Semiramide de Rossini, cuya escritura se cree fue hecha en Chile. Otros impresos incluyen una hermosa primera edición (1801) de Joseph Haydn, Die Worte des Erloesers am Kreuse, compositor austriaco influyente en el estilo musical de España y América a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.

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